Cafeteros de Santuario

Todo comienza con una idea. En nuestras charlas de café con Sebastián Mejía, fundador de las tiendas de café “El Barista“, decidimos visitar algunos de los cafeteros a los cuales se les compra una gran variedad de cafés. Nos planteamos generar una historia por medio de la fotografía y los elementos narrativos de un viaje corto pero con mucho contenido, historia y legado.

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El café en santuario.

Santuario tiene un reconocimiento cafetero muy alto, las condiciones climáticas, calidad de la tierra y altura, hacen que el café sea el protagonista de toda su actividad.

Desde el momento que se empieza a subir por la montaña, se pueden observar montañas cubiertas de plantas de café, pequeñas fincas, muchísima vegetación y al mismo tiempo una carretera llena de derrumbes por la humedad incesante que aplaca la zona.

Al llegar al Pueblo, visitamos Asocafé, una organización a la que pertenecen muchos de los cafeteros del municipio. Incentivan de manera muy activa la sostenibilidad de la caficultura por medio de procesos mucho mas rentables, organizados y especializados. Allí conocimos a Daniel, un caficultor muy joven con un conocimiento basto sobre procesos y alternativas de producción. También conocimos a Rogelio, un conductor y cafetero mas conocido como “Melchor“ quien fue el encargado de llevarnos a través de la montaña en un recorrido de unos 40 kilómetros de pura “trocha“ para visitar algunas fincas.

Antes de partir en nuestro recorrido nos ofrecieron un café, debíamos recargar energías para el trayecto que nos esperaba. Por mucho tiempo debido a visitas a otros municipios cafeteros de la región en años anteriores, me había hecho a la idea de que los productores no conocían su café, de que vendían su producto al mejor postor, pero terminaban por tomar pasilla con panela, así que fue sorprendente para Paola y para mi el café que nos prepararon. De igual manera las instalaciones de Asocafé, nos encontramos con un laboratorio especializado, maquina espresso, excelentes variedades y por supuesto métodos de extracción.

En muy pocos años el campo y en especial el café se ha tecnificado en municipios como Santuario. Claramente la unión hace la fuerza y el legado de los cafeteros de antaño que construyeron con trabajo y sudor el país, sigue vivo.

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Cata de café.

Después de algunos kilómetros nos fuimos adentrando en la montaña, nuestra primera parada fue la finca de Diego y Sandra, las personas de allí eran familiares de “Melchor“, la casa quedaba en el inicio de una ladera, contaba con dos niveles y un sistema de secado en el techo.

Nos presentaron formalmente a Diego, Sandra y su familia. Inmediatamente llegamos nos ofrecieron café, no sin antes mostrarnos sus mejores producciones y explicarnos los experimentos que han estado ejecutando. El hermano de Sandra se apersonó del secado, con un gran sentido del humor y muy poca edad, nos entretuvo contándonos sus expectativas para el futuro y de cómo pretendía tener 17 hijos con madres diferentes.

El papá de Sandra, un señor de unos 55 años, nos explicó sin hablar mucho que “trillaba“ el café con un método clásico a base de fuerza e ingenio, tenía un pedazo de neumático en el cual metía el café en pergamino para después golpearlo contra una pared en repetidas ocaciones. Querían que probáramos sus ejemplares más preciados, así que se decidió hacer una cata. Probaríamos un “Natural” y un “Honey“.

Acto seguido de la “trilla” se tostó de manera muy rudimentaria, en un olla de metal con el fuego de una estufa, el cual se revolvía con una cuchara metálica para asemejar el proceso de una tostadora industrial.

Se instaló un molino manual metálico, de los clásicos, con un cálculo muy exacto se ajustó de una manera especial para lograr una molienda adecuada.

Por último se calentó agua y se preparó la cata para que todos pudiéramos disfrutar de fragancias, aromas y obviamente sabores. El show principal era nuestro amigo Sebastián, los cafeteros tenían una expectativa de su opinión sobre su café, pero también de manera muy respetuosa querían que se enamorara de su producto y que obviamente se llevara unas muestras para experimentos de tostión en el Barista.

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El Coronavirus no existe.

La cata de café en la finca de Diego y su familia fue espectacular, fue la primera vez en años de visitas que productores nos hablaron con propiedad de su café y al mismo tiempo lo evaluaron con nosotros de manera crítica y constructiva. Después de varias horas allí seguimos nuestro camino y unos kilómetros mas adelante llegamos a la finca de “Melchor“.

Nos presentaron a todas las personas de su familia en un clima implacable, muchísima lluvia y un frío mas fuerte de lo normal. Evelio, el patriarca de la familia, nos recibió con un rotundo “¿Qué hacen con esos tapabocas? ese coronavirus no existe. Yo conozco mas de mil personas y a ninguno le ha dado“. Claramente el tapabocas lo llevábamos porque el riesgo mayor para todas estas personas éramos nosotros, sin embargo Santuario contaba con 7 contagiados a la fecha, una cifra bastante insignificante comparando con otros municipios.

Recorrimos toda la finca, sus alrededores, conocimos su proceso y algo de su café que obviamente nos ofrecieron, esta vez un poco mas tradicional, con panela, como se hacía antes. Estaban un poco intimidados por nuestra presencia y no hablaban mucho, solo sonreían, menos Evelio, que hacía chistes y bromas a Melchor, en uno de los chistes le dije que me dejara sacarle un retrato y accedió mientras me contaba que era trovador profesional, que pertenecía a un club y que su sentido del humor lo caracterizaba.

Madisson era la menor de los integrantes, con unos 3 años de edad, se despertó por el alboroto, dormía profundamente en uno de los cuartos por el frío que golpeaba la finca. Cuando vio la cámara empezó a posar de inmediato, me miraba fijamente, estaba encantada con nuestra visita pero aún mas por el Jeep en el que habíamos llegado, se montó, simuló manejarlo y hasta se quería ir con nosotros.

La finca “Las Mercedes“ nos dejó con un retrato familiar, unas cuantas risas y un café con panela de los clásicos. Seguimos nuestro camino hacia “El Futuro“.

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El Futuro.

Uno de nuestros acompañantes, Daniel es un productor bastante joven, llegando a su finca, nos reveló que tiene 16 años. Sorpresivamente al llegar y presentarnos a su familia, conocimos sus procesos de fermentación, nos habló de la experimentación que desarrolla junto a su Padre, Eunilver Castaño, quién de inmediato acredito a su hijo de todos los avances y procesos desarrollados en la finca.

Sebastián, Paola y yo quedamos sorprendidos por la propiedad, el conocimiento y los procesos desarrollados en “El futuro“, de cierta manera el nombre de su finca hace honor a su café y a su lider de procesos, Daniel.

Conocimos también a Don Humberto, el abuelo de Daniel, que estaba de visita por las festividades de fin de año en la finca, el y su esposa viven en Santuario, pero “El Futuro“ es un lugar de tranquilidad para ellos. Don Humberto casualmente estaba recolectando café, tenía toda la indumentaria y llevaba allí unas cuantas horas, no lo hacía por trabajo, simplemente lo disfrutaba. Al saludarlo nos mostró en sus manos arrugadas por la humedad algunos de los frutos maduros que había recogido mientras nos contaba la calidad del café que tenía en manos.

Después de hablar un rato sobre procesos y ver todo el trabajo desarrollado en la finca volamos un drone para ver desde el cielo los relieves de la montaña y ubicarnos un poco frente al recorrido que habíamos hecho por el camino que viene de Santuario, Daniel que conoce el territorio como la palma de su mano me iba guiando en el recorrido desde el cielo y visitamos varias fincas de manera aérea, con promesa clara de enviarles el registro.

La amabilidad de Herminia, la madre de Daniel fue absoluta, nos ofreció café por su puesto, pero además tenía comida para nosotros, así que nos sentamos en el comedor de la casa e hicimos una pausa en el recorrido, allí encontramos un Silo (maquina para secar el café) en ese momento estaban secando “Natural“ un café que se procesa con la cáscara, Don Humberto, tenía sus tabacos allí enterrados, en medio del café, allí se conservaba caliente y listo para fumar.

El tiempo iba volando, nos percatamos de la hora y una finca cercana nos faltaba por visitar, así que nos despedimos con una gran satisfacción de conocer personas increíbles, procesos especializados y caficultores expertos. El campo Colombiano se materializa en “El Futuro“.

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La leyenda de Avelino y Andrea.

Desde que llegamos a Santuario y en nuestro paso por Asocafé, nos hablaron de Avelino, que su café era especial, que toda su producción era clasificada como “micro-lotes“, término utilizado para referirse a un café por encima de 87 puntos en taza, es decir, una calidad superior. Así que no podíamos terminar nuestro recorrido sin visitarlo.

Al llegar él y su esposa Andrea estaban en labores de recolección, en su finca “El Guadual“ no tienen recolectores, ellos mismos se dedican a ello, no le confían esta tarea a nadie, así que este proceso se hace de la manera mas detallada posible.

Primero saludamos a Andrea, nos saludó con energía, pero se intimidó de inmediato al ver la cámara, me dijo que no estaba en condiciones presentables para una fotografía, la lluvia y la humedad los había obligado a utilizar una indumentaria para protegerse del agua, tenían carpas de plástico sobre sus cabezas y parte del torso, si bien el agua termina por filtrarse de alguna manera, les permitía permanecer secos mas tiempo.

Avelino nos saludo desde la distancia y se dirigió hacia nosotros en medio de los cafetales, al preguntarle por su café sonrió con humildad, Sebastián fue directo y le preguntó por su secreto, a lo que Avelino respondió que el secreto era hacer todo ellos mismos.

La visita a Avelino y Andrea fue breve, el día estaba llegando a su final y nos esperaba por lo menos una hora de regreso a Santuario por los caminos de la montaña.

Terminamos nuestro recorrido con conversaciones sobre las aves que habitan la zona, sobre los procesos que Daniel experimenta en su finca y sobre como manejar un Jeep en territorios tan hostiles.

Esta visita nos dejó con una imagen del campo y de los cafeteros renovada, vimos tecnología, capacidad, unión, calidad y esperanza por un futuro con el café. Una de nuestras conclusiones en el regreso a casa fue que a diferencia de años anteriores, en ninguna de las fincas escuchamos quejas, tristeza o desilusión por la labor cafetera, por el contrario fue claro el empuje y la proyección en cada uno de ellos.

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